La literatura para niños propiamente dicha, nos referimos a la literatura impresa, nace en Europa Occidental a fines del Siglo XVII y comienzos del Siglo XVIII. En esa misma época, el librero e impresor John Newbery, por su parte, va acumulando saberes en cuanto al formato, a la vinculación entre la imagen y el texto, y al concepto de colección; este último va a desempeñar un papel primordial en la producción editorial de literatura infantil.
Existía dos apuestas propias de la época: la alfabetización popular y la del acceso de la mujer a la cultura.
Los cuentos clásicos nacieron de la tradición oral de todos los pueblos de contar historias a los niños y todas ellas desde el principio cumplían finalidades pedagógicas. Por ejemplo, el objetivo explícito de las recopilaciones de los hermanos Grimn, "Pinocho" de Collodi, los "Libros de lectura" de Tolstoi es ayudar a los niños de cada país a descubrir sus raíces, revelándoles la belleza de sus tradiciones nacionales.
El nacimiento de la Literatura Juvenil
Poco a poco, a finales del Siglo XVIII y en algunos países de Europa, el niño deja de ser considerado un ayudante de la economía familiar y se empiezan a publicar leyes que lo protegen, asegurándole un cierto bienestar.
Aproximadamente, en 1950, la enseñanza obligatoria se alarga y la edad de entrada al trabajo se hace cada vez más tardía. Así la inactividad laboral de los jóvenes promueve el escenario ideal para la producción del ocio juvenil: música, cine, televisión y libros, entre otros. Toda una literatura pensada especialmente para ellos.
Por Lic. Ana Carolina Erregarena
En la década del 40, Constancio C. Vigil, fundador de la revista Billiken, comenzó a editar libros para niños. En la década del 50, aparecieron los cómics, algunos títulos que se hicieron muy populares fueron: "La pequeña Lulú" y "Batman".
En la década del 60, la aparición de María Elena Walsh tuvo suma importancia: la escritora, de ascendencia británica, tenía raíces culturales en torno a la literatura infantil muy enriquecedoras: la literatura de "Nursery rhymes" y "Alicia en el país de las Maravillas" de Lewis Carroll.
Hubo, además, otra figura interesante: la de Javier Villafañe. Intelectual y titiritero, quien recorrió Argentina y América Latina narrando cuentos.
María Elena Walsh y Javier Villafañe fueron dos figuras determinantes en el campo de la literatura infantil y popular.
En la segunda mitad de la década del 60, cobraron relevancia otras dos escritoras: Laura Devetach, con una serie de cuentos arraigados en la realidad social, y Elsa Bornemann, quien inauguró una forma de complicidad y de intimidad muy novedosa con sus lectores.
Durante la dictadura, las obras de autores locales antes mencionados fueron prohibidas. En este período, la edición de libros para niños se basaba en la compra de derechos de obras extranjeras y se imprimía en Argentina; pero estas historias no representaban a los niños locales.
Desde la vuelta de la democracia, la producción literaria infantil y juvenil tomó otras características: dejaron de lado las moralejas, se recurría al humor. Comenzaron a surgir nuevos autores: Gustavo Roldán, Emma Wolf, Ricardo Mariño.
Ana Carolina Erregarena
Licenciada en Letras (UBA, 1999)
Viajando por Nuestro Mundo
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